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miércoles, 11 de diciembre de 2013

El valor de los valores


Vivimos en una sociedad en la que se sobre estimula el consumo y la propiedad material, donde la formación intelectual, dirigida a la inteligencia, tiene prioridad sobre la educación, orientada a la moral, a los sentimientos y emociones. Y donde nos sorprende cada vez más la pérdida de valores.

La influencia de los medios de comunicación nos ha llevado a amoldar nuestros valores. Pareciera que los valores actuales son lo que tienes, lo que ganas, lo que gastas, lo que vistes, lo que usas, lo que sabes y no, lo que eres y a veces pareciera que el único valor fuera  “sobrevivir” porque la misma dinámica social nos presiona a satisfacer nuestra necesidad de subsistencia individual a veces, hasta por encima de la de los demás.

Hoy cualquiera tiene el derecho de impedir el libre tránsito por avenidas principales de nuestra ciudad, sin el mínimo respeto de los derechos de los demás, ni de la autoridad; en el automóvil, el que no prende la direccional es quien tiene derecho a pasar, en la calle pocos jóvenes respetan y consideran a los adultos mayores, se presenta el fenómeno del “bullying” en las escuelas, no sólo entre compañeros sino también hacia los maestros; en algunos ámbitos laborales se presenta el mismo fenómeno con el nombre de “mobbing” lo mismo entre compañeros como entre jefes y subalternos; al igual que sucede en las escuelas o las organizaciones cuando se trata de “controlar” a través del liderazgo basado en el temor o la humillación tratando de recibir a cambio respeto.

Hoy en día es muy común ver que el que se aprovecha de otros, o toma ventaja, o pasa primero, o arrebata, o  condena, se le considera “inteligente”, aunque pase por alto los valores y el que no lo hace así, es considerado, por lo menos, tonto.

Los valores son normas compartidas que se requieren para lograr una convivencia sana y el bienestar de una sociedad y sirven de brújula para orientar nuestro comportamiento diario formando parte de nuestra identidad como personas. Si bien pueden considerarse relativos porque cada quien define su propia escala de valores, son también universales.

Los valores se descubren y luego, se viven. Así valoramos cuando alguien nos habla con la verdad, cuando alguien nos devuelve algo que se nos cayó o que considerábamos perdido, valoramos que alguien nos auxilie cuando lo necesitamos, que alguien nos trate con respeto, cortesía y amabilidad, valoramos nuestra libertad de expresión y tránsito y la verdadera justicia. Esto nos lleva a aplicar la regla de tratar a los demás con el mismo trato que nos gustaría recibir. Ahí reside el valor de los valores. Cada uno de nosotros conferimos valor a nuestros valores a través de nuestras acciones.

Si para nosotros es claro un principio, actuamos conforme a él, no por lo que dirán o por el reconocimiento que nos darán los demás, sino por convicción, sin importar si alguien nos está viendo o no.

Cuando estamos convencidos de que una conducta representa un fundamento de vida, actuamos según esa convicción, sin importar lo que juzguen los demás.

Por ejemplo, cuando practicamos la honestidad como principio, no nos apropiamos de cosas ajenas porque creemos en el respeto por la propiedad de otros y no porque nos estén vigilando.

Como en Japón, afuera de las estaciones del metro, la gente deja sus bicicletas y paraguas, y éstos permanecen ahí hasta que sus dueños regresan por ellos, porque consideran como principio “si no es tuyo, debe ser de alguien más”, así es su valor de la honestidad, qué sucede en una ciudad como la nuestra, si intencional o accidentalmente olvidamos alguno de estos objetos, qué harías tú si o encuentras? Cómo practicas tú tus valores?

En otras palabras, cuando actuamos guiados por valores lo hacemos sin esperar nada a cambio, tan solo nuestra propia satisfacción y realización como personas.

Los valores no se pierden, en todo ser humano hay por lo menos un átomo de bondad que nos orienta a buscar aquello que nos que nos traiga bienestar y nos lleve a convertirnos en mejores seres humanos y esto solo lo alcanzaremos si buscamos la coherencia de nuestros actos con nuestros valores.

“Tú tienes que ser el cambio que quieres ver en el mundo”

Gandhi